lunes, 18 de octubre de 2010

REORDENA EL PÁRRAFO QUE HA SIDO DESORDENADO

Los alrededores bien cultivados, presentaban de lejos el aspecto de un tablero de damas, en cuyos cuadros variaba de mil modos el color verde; aquí, el amarillento de la vid aún cubierta de follaje;

situado junto a un río tan caudaloso y turbulento en invierno, como pobre y estadizo en verano.

En aquel punto se hallaba el pueblo de Villamar,

delante, una gran cruz, apoyada en una base piramidal de mampostería blanqueada;

detrás había un recinto cubierto de cruces pintadas de negro.

allí, el verde ceniciento de un olivar, o el verde esmeralda del trigo, que habían hecho brotar las lluvias de otoño;

Por la boca del río cruzaban algunas lanchas pescadoras; del lado del convento, en una elevación, se alzaba una capilla;

Este era el campo santo.

o el verde sombrío de las higueras; y todo esto dividido por el verde azulado de las pitas de los vallados.



La gaviota

Cecilia Bohl de Faber

5 comentarios:

  1. La Gaviota
    En aquel punto se hallaba el pueblo de Villamar,
    situado junto a un río tan caudaloso y turbulento en invierno, como pobre y estadizo en verano.
    Por la boca del río cruzaban algunas lanchas pescadoras;del lado del convento en una elevación, se alzaba una capilla;delante, una gran cruz, apoyada en una base piramidal de mampostería blanqueada;detrás había un recinto cubierto de cruces pintadas de negro.
    Este era el campo santo.
    Los alrededores bien cultivados, presentaban de lejos el aspecto de un tablero de damas, en cuyos cuadros variaba de mil modos el color verde; aquí, el amarillento de la vid aún cubierta de follaje;
    allí, el verde ceniciento de un olivar, o el verde esmeralda del trigo, que habían hecho brotar las lluvias de otoño; o el verde sombrío de las higueras; y todo esto dividido por el verde azulado de las pitas de los vallados.

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  2. En aquel punto se hallaba el pueblo de Villamar, situado junto a un río, tan caudaloso en invierno, como mezquino y escaso en el verano. Los alrededores bien cultivados presentaban de lejos el aspecto de un tablero de damas, en cuyos cuadros variaba de mil modos el color verde; aquí el amarillento de la vid todavía cubierta de follaje; allí el verde ceniciento de un olivar, o el verde esmeralda del trigo, que habían fecundado las lluvias de otoño, o el verde sombrío de las higueras; y todo esto dividido por el verde azulado de las pitas de los vallados. Por la boca del río cruzaban algunas lanchas pescadoras; del lado del convento, en una elevación, una capilla; delante, una gran cruz, apoyada en una base piramidal de mampostería blanqueada; detrás, un recinto cubierto de cruces pintadas de negro. Este era el campo santo.

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  3. En aquel punto se hallaba el punto de Villamar, situado junto a un río tan caudaloso y turbulento en invierno, como pobre y estadizo en verano.Los alrededores bien cultivados, presentaban de lejos el aspecto, de un tablero de damas, en cuyos cuadros variaba de mil modos de color verde;aquí, el amarillento de la vid aún cubierta de follaje; allí, el verde ceniciento de un olivar, o le verde esmeralda del trigo, que habían hecho brotar las lluvias de otoño o el verde sombrío de las higueras; y todo dividido por el verde azulado de las pitas de los vallados.
    Por la boca del río cruzaban algunas lanchas pescadoras;del lado del convento, en una elevación, se alzaba una capilla; delante, una gran cruz, apoyada en una base piramidal de mampostería blanqueada; detrás había un recinto cubierto de cruces pintadas de negro.
    Este era el campo Santo.

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  4. En aquel punto se hallaba el pueblo de Villamar,
    situado junto a un río tan caudaloso y turbulento en invierno, como pobre y estadizo en verano.

    Los alrededores bien cultivados, presentaban de lejos el aspecto de un tablero de damas, en cuyos cuadros variaba de mil modos el color verde; aquí, el amarillento de la vid aún cubierta de follaje;

    allí, el verde ceniciento de un olivar, o el verde esmeralda del trigo, que habían hecho brotar las lluvias de otoño;

    o el verde sombrío de las higueras; y todo esto dividido por el verde azulado de las pitas de los vallados.

    Por la boca del río cruzaban algunas lanchas pescadoras; del lado del convento, en una elevación, se alzaba una capilla;

    delante, una gran cruz, apoyada en una base piramidal de mampostería blanqueada;

    detrás había un recinto cubierto de cruces pintadas de negro.

    Este era el campo santo.

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  5. Los alrededores bien cultivados, presentaban de lejos el aspecto de un tablero de damas, en cuyos cuadros variaba de mil modos el color verde; aquí, el amarillento de la vid aún cubierta de follaje;
    allí, el verde ceniciento de un olivar, o el verde esmeralda del trigo, que habían hecho brotar las lluvias de otoño;
    o el verde sombrío de las higueras; y todo esto dividido por el verde azulado de las pitas de los vallados.
    En aquel punto se hallaba el pueblo de Villamar,
    situado junto a un río tan caudaloso y turbulento en invierno, como pobre y estadizo en verano.
    Por la boca del río cruzaban algunas lanchas pescadoras; del lado del convento, en una elevación, se alzaba una capilla;
    delante, una gran cruz, apoyada en una base piramidal de mampostería blanqueada;
    detrás había un recinto cubierto de cruces pintadas de negro.
    Este era el campo santo.

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