situado junto a un río tan caudaloso y turbulento en invierno, como pobre y estadizo en verano.
En aquel punto se hallaba el pueblo de Villamar,
delante, una gran cruz, apoyada en una base piramidal de mampostería blanqueada;
detrás había un recinto cubierto de cruces pintadas de negro.
allí, el verde ceniciento de un olivar, o el verde esmeralda del trigo, que habían hecho brotar las lluvias de otoño;
Por la boca del río cruzaban algunas lanchas pescadoras; del lado del convento, en una elevación, se alzaba una capilla;
Este era el campo santo.
o el verde sombrío de las higueras; y todo esto dividido por el verde azulado de las pitas de los vallados.
La gaviota
Cecilia Bohl de Faber